Cómo afrontar las vacaciones de verano si eres una familia reconstituida
Las vacaciones son el tiempo que todos esperamos para descansar y disfrutar de la compañía de nuestros hijos, hijas y pareja. No obstante para las familias reconstituidas puede ser una fuente de ansiedad y estrés si no se gestiona de manera adecuada.
La aparición de nuevas figuras como las nuevas parejas, con nuevos gustos y aficciones pondrán a prueba la capacidad de negociación y adaptación.
Según Dora Davison, el secreto de unas vacaciones exitosas en una familia reconstituida se basa en tres pilares:
- No tener unas expectativas irreales.
En toda familia reconstituida está el deseo implícito de no “volver a fracasar”, lo que puede conducir a una alta autoexigencia y a unas expectativas irreales.
La nueva pareja querrá unos días impregnados de romanticismo, la madre o el padre deseará que sus hijos o hijas fortalezcan los vínculos con la nueva pareja y disfruten todos de unos días maravillosos, estos que la nueva pareja no se “entrometa” demasiado… en fin, una utopía condenada al fracaso.
Sólo reajustando dichas expectativas y no alentando el mito de ser “la gran familia de vacaciones” se podrá disfrutar de estos periodos.
Es el momento oportuno para el juego y el disfrute, y debe ser aprovechado por las nuevas parejas para centrar su relación con los y las menores desde un plano lúdico, compartiendo tiempo de diversión, alejándose de lo normativo, que corresponde a los progenitores.
- Planificar hasta el último detalle.
Al igual que durante la convivencia durante el resto del año, no debemos olvidar que la hija o el hijo necesitará compartir tiempo en exclusiva con su padre o madre, y por otro lado, la pareja necesitará tiempo a solas que les permita reforzar su vínculo, tan vulnerable y con tantos “enemigos” en estas familias. Así, las vacaciones deberán repartirse en tiempo para cada progenitor con hijos e hijas, tiempo para la pareja, y finalmente tiempo para toda la familia, indispensable para reforzar los sentimientos de pertenencia e identidad.
Debemos tener muy en cuenta que si uno de los progenitores manifiesta angustia o ansiedad ante la separación, esta se la contagiará a los menores. Estos no disfrutarán si perciben la persona con la que no están sufre, y que su presencia es importante para su felicidad. No debemos entonces proyectar sentimientos de soledad y generarles sentimientos de culpa por pasar parte del verano con el otro progenitor.
- Y tomar las decisiones entre todos los miembros de la familia.
Las decisiones deben tomarse contando con los deseos y las necesidades de todos los miembros. Se debe acordar con tiempo suficiente con el otro progenitor qué tiempo estará cada uno con sus hijos o hijas.
No podemos obligarles a disfrutar de estos días, ni reprocharles si no lo hacen. En muchas ocasiones, sobre todo si el divorcio es reciente, los y las menores van a cuestionar todas nuestras propuestas. Y no debemos sentir que “hemos fracasado”, simplemente pueden sentir dolor ante la separación y necesitan expresar su frustración y enfado, ante lo cual es importante ver el malestar que hay tras su conducta.
Y para finalizar tened en cuenta que las vacaciones no siempre son perfectas, también pasa en las familias tradicionales.